Con una ironía desenfadada, las pinturas y esculturas de Malte Zenses amplían el vocabulario de la pintura abstracta y el nuevo realismo al integrar de forma incisiva el zeitgeist mediante fragmentos autobiográficos. Su inspiración suele partir de un recuerdo, un lugar o una imagen fugaz. En lugar de narrarse a sí mismo, camufla sus recuerdos y referencias en un sistema de signos, símbolos y textos que invitan a la interpretación.
Lejos de imponer un relato, Zenses propone un terreno donde el espectador activa sus propias memorias. Así, su obra se convierte en un espejo difuso del presente, marcado por lo lo digital y lo analógico, entre la saturación visual y el deseo de significado. Su trabajo es un movimiento constante entre formatos que activan lo colectivo desde la experiencia personal. Cada pieza es una traducción plástica de lo cotidiano, una forma de reciclar el mundo para volverlo código.
Vive y trabaja en Berlín
Malte Zenses nació en 1987 en Solingen y vive y trabaja en Berlín, Alemania. Llevó a cabo sus estudios en Düsseldorf y en Fráncfort. A lo largo de su trayectoria, ha rodeado su trabajo y su imaginario de muchas otras disciplinas a manera colaborativa, mediante relaciones personales y profesionales que ha desarrollado con músicos, tatuadores, fotógrafos, escritores, científicos, y demás miembros de uno de los ecosistemas culturales más activos del mundo en la capital alemana.
Su trabajo evoluciona rápidamente, adaptándose a la vertiginosidad de la vida contemporánea. Se mimetiza estableciendo vínculos formales, conceptuales y materiales con los sitios en los que Zenses desarrolla sus investigaciones y proyectos, entre los que destacan, sobre todo, presentaciones en Alemania en el G2 Kunsthalle Leipzig, Kunstsammlungen Chemnitz y un proyecto experimental que realizó con la casa de alta costura Valentino, en la que desarrolló una serie de prendas en diálogo con su trabajo pictórico.
Durante el 2025, Zenses ejecutó un proyecto en tres partes a partir de una investigación de 4 meses en la Ciudad de México. Durante este tiempo, su lenguaje encontró nuevos estímulos en una ciudad de enorme complejidad. El resultado de su experiencia y de las redes afectivas que tendió en la capital de nuestro país fue un trío de exposiciones de “pinturas mexicanas” que fueron presentadas en Pequod, en Sperling y en LISTE en un periodo de 4 meses. Esta serie de muestras abrieron una nueva vertiente en la interminable conversación acerca de la pintura, y de su papel como embajadora entre regiones aparentemente opuestas que han generado puentes e intercambios entre sí a lo largo de la historia.