Título / Title:
Revolutionary Warfare | How To Tell When the Rebels Have Won
Año / Year:
1965
Descripción / Description:
Publicación impresa, no periódica
Dimensiones / Dimensions:
27.9 h x 21.6 w cm
Lugar de procedencia / Origin:
Boston, MA, EUA
Notas:
Editado por New England Free Press

Esta es la historia de una bolita de papel.

Mónica quería mucho a sus tres hijos, pero Miguelito, el más chiquito, ya la tenía cansada. En la escuela decían que era un niño problema, pero a Mónica se le hacía una exageración. Es dificilito, pero es buen niño, decía en defensa de su hijo.

Miguelito tenía las ocurrencias más absurdas. Una vez, su madre tuvo que comprar todo tipo de productos aromáticos porque a su hijo se le hizo buena idea detonar un “pedo de bruja” en la puerta de un Oxxo. Los clientes ya no quieren entrar, le dijo la encargada, porque huele horrible. Mónica pasó dos horas prendiendo velas, echando spray y moviendo un ventilador dentro y fuera de la tienda para que los clientes pudieran entrar a comprar cigarros.

Ella era responsable de lidiar con las diabluras de Miguelito, porque su padre llegaba a la casa muy tarde y muy cansado y prefería capotear las chiquilladas. Ramón, un diplomático que trabajaba para las Naciones Unidas, se encerraba por las noches en su despacho a revisar papeles, ver las noticias y tomarse un vaso de whisky.

El 17 de marzo fue particularmente tranquilo. Mónica no escuchó a Miguelito gritando por la casa y ningún vecino tocó la puerta para acusarlo de romper una ventana o pegarle un chicle a un perro. Fue una tarde serena, Mónica se sentó en el sillón y pudo retomar la lectura de la novela que había empezado hace tres meses. Dicen que Las Cincuenta Sombras de Grey es porno para señoras, pero a mí me tiene picada, le dijo a su hermana por teléfono.

Cuando Ramón llegó a la casa esa noche, fue directo a su despacho. Ahí encontró a Miguelito, dormido debajo de su escritorio, rodeado de unos cuarenta avioncitos de papel. El niño había pasado toda la tarde doblando los papeles que estaban sobre la mesa. Reportes de prensa, transcripciones de conferencias, traducciones de los mensajes oficiales de gobiernos de distintos países, todos perfectamente plegados y perfectamente aerodinámicos. Sin embargo, junto al ejercito de aeronaves, había una bolita de papel, muy redondita.

Ramón sintió curiosidad por saber por qué el niño había decidido corromper su rutina de papiroflexia. Con cuidado, desarrugó la bolita de papel y para su sorpresa, era un documento titulado “Revolutionary Warfare. How to Tell When the Rebels Have Won.” Justicia poética, pensó el padre con un extraño sentimiento de orgullo.

¿Cómo saber cuando ganaron los rebeldes?

En México no ganaron. Ganaron los representantes de aquello que es opuesto a la rebeldía. Ganó la intransigencia y la corrupción. Ganó el status quo de la mediocridad. Mientras tanto, aquellos que ganaron dejaron sepultada y olvidada la honrada medianía por la cual abogó Benito Juárez. Pero la rebeldía existió y existe.

Como se lee en este panfleto, escrito en 1965 por un profesor de origen pakistaní en la universidad de Cornell, nos recuerda la victoria material e ideológica de la guerrilla de Ho Chi Minh en Vietnam del norte en contra de Estados Unidos, la potencia militar mundial del momento. “America and and its south Vietnamese allies have lost the revolutionary war because they could not win the support of the Vietnamese people, and now their moral isolation is total”.

¿Cuándo nos vamos a dar cuenta del aislamiento moral del mal gobierno en México? ¿Cuándo podremos celebrar su caída?

Bolerium Books es una librería establecida en 1981 en San Francisco, California. Está especializada en historia social y política, con un enfoque específico en los movimientos para la igualdad racial y étnica, género, prácticas activistas de un amplio espectro y pensamiento radical en general, tanto de izquierda incendiaria como una sección reservada sobre extrema derecha en los Estados Unidos de América.

En una disposición laberíntica, conviven miles de panfletos, libros, carteles y todo tipo de materiales efímeros, muchos de ellos sin estar propiamente catalogados aún. No sé cual sea el criterio exacto para distinguir qué cliente puede acceder a sus espacios adicionales, localizados en el mismo piso del edificio del barrio de la Misión en el que se ubica, pero separados del espacio principal de la librería por un largo pasillo atiborrado de cajas repletas de publicaciones.

Jordan Stein me introdujo por primera vez a este espacio en el viaje que hice a la ciudad para montar e inaugurar mi proyecto en su espacio independiente a finales del 2018. En esa misma estancia, visité el sitio varias veces más. En una de mis últimas incursiones en Bolerium, adquirí el panfleto mostrado en esta fotografía, aparte de un par de artículos de propaganda china y un pequeño pin sandinista.

Con la reciente familiaridad de haber visitado el espacio de manera frecuente en el lapso de apenas dos semanas, y después de una breve conversación en donde preguntaba insistentemente por ciertos temas que podrían considerarse un tanto problemáticos, los dueños del lugar me permitieron el acceso al fondo reservado, no sin antes indicar a detalle todo un protocolo diseñado para no interferir en el trabajo del equipo que diariamente dedicaba una buena parte de su tiempo laboral a un trabajo titánico de ordenamiento que a juzgar por la dimensión de su archivo, no termina nunca.

John Waters, el cineasta de culto, es uno de los clientes asiduos desde décadas atrás. Al parecer, tiene temas de interés muy puntuales en sus compras y de acuerdo a esto, se le reserva todo el material afín que llega a la librería antes de ponerlo a la disposición del público general. Uno de estos tópicos es la masacre de Jonestown, el “suicidio revolucionario” de 1978 orquestado por Jim Jones en una remota localidad de la Guyana Esequiba. Después de confirmar que Waters no estuviera interesado en uno de los volúmenes que más me interesó en esa ocasión, el recuento de Charles A. Krause publicado en ese mismo año por Berkley Publishing Corporation, se me permitió adquirirlo.

Pagué 5 dólares por él y abandoné el lugar.

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